sábado, 19 de septiembre de 2009

Vidas cruzadas








Hace poco posteamos aquella noticia sobre un hombre que murió en Barcelona aplastado por una suicida defenestrada. Un ejemplo extremo de cómo una vida puede cruzarse con otra -y una muerte puede cruzarse también con otra- del más sorprendente y hasta grotesco modo.

Cruzarse en la vida de otros suele ser imprescindible, inevitable, inesperado. A veces puede ser irredimible, irreparable, intolerable. Sean límpidas líneas o garabatos anárquicos, los trazos se yuxtaponen, se alejan y se acercan, se cortan y se traslapan, se enredan, se anudan...

La preeminencia de la imaginería linear en la descripción de las vidas psíquicas es notable: 'rayado' es término que designa al excéntrico y al orate, como si esa vida se quebrase sobre su curso y tornase una y otra vez sobre sí misma, en una furiosa sucesión de líneas violentas, trastocadas, desperdigadas al fin. De hecho, el desorden linear llevado al límite anuncia el siguiente término: 'cruzado', pues 'cruzarse' y 'estar cruzado' evocan el descontrol, la disrupción, el paroxismo y la abolición de la sindéresis. Así qué me quedaba, bromeo a veces respecto a mi apellido, qué me quedaba sino dedicarme a la psiquiatría.

'Vidas cruzadas' es un conjunto de cuentos del escritor norteamericano Raymond Carver (1938-1988) seleccionados por el director Robert Altman: a partir de ellos escribió el guión de su largo cinematográfico 'Short Cuts' (1993), por el que fue nominado al Óscar a Mejor Director. Los cuentos son de una concisión y parquedad minimalista que no condescienden al lirismo zafio ni a la retórica zalamera. La película, muy bien lograda, hace honor a la literatura que la inspiró y muchas de sus performances actorales son inolvidables.

El deseo de perpetuación en el recuerdo, de patentizar la muerte a manera de maléfico espectáculo, de inmolación en aras de un remordimiento ajeno, todo ello entremezclado con cuadros psicopatológicos sin duda severos y sin adecuado tratamiento, es lo que uno intuye en los suicidios recientes de dos personas (un peruano y un chileno) que además lo hicieron frente a una cámara web de modo tal que sus ahorcamientos fuesen contemplados por otros. Una manera impuesta, terrible, de que sus violentas muertes se crucen con otras vidas, aún así pero cruzadas al fin.

Lamentablemente ellos no pudieron suscribir, sus trayectorias vitales se difuminaron como asíntotas y no alcanzaron a esbozar siquiera finalmente aquel poema de Carver que fue inscrito en su propia lápida:


ÚLTIMO FRAGMENTO
¿Y conseguiste lo que
querías de esta vida?
Lo conseguí.
¿Y qué querías?
Considerarme amado, sentirme
amado en la tierra.



Quieres Hacer El Favor de Callarte Por Favor - R Carver

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