domingo, 30 de agosto de 2009

Trastorno dismórfico corporal y cirugía 'do it yourself'









El tema del Trastorno Dismórfico Corporal (TDC) ha sido revisado asiduamente desde algunos años hace aunque aún no ha sido incorporado adecuadamente en las clasificaciones nosológicas al uso. Alguna vez, cuando residente, confeccioné una brevísima revisión -no publicada- respecto a la dismorfofobia y de cuando en cuando me asaltan deseos de actualizarla -deseos que sofoco convenientemente-. Recordemos que los criterios de la clasificación DSM-IV son los siguientes: 


A. Preocupación por algún defecto imaginado del aspecto físico. Cuando hay leves anomalías físicas, la preocupación del individuo es excesiva.
B. La preocupación provoca malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.
C. La preocupación no se explica mejor por la presencia de otro trastorno mental (p. ej., insatisfacción con el tamaño y la silueta corporales en la anorexia nerviosa).

Si bien se ha afirmado que las personas con cierta inclinación artística podrían tener mayor riesgo de padecer trastorno dismórfico corporal, también me interesa el tema pues, como bromeo con algunos colegas, en todo caso yo debo padecer una especie de dismorfofobia inversa pues, encontrándome ciertamente gordo, no me aprecio así.

Husmeando en el tema y constatando la a veces incierta delimitación diagnóstica del trastorno dismórfico corporal, he seleccionado un par de documentos para plantear una especie de simpática adivinanza. Por un lado me permito presentar un caso clínico y, por el otro, unas microviñetas clínicas de pacientes varios. Aquí helos:


Ejemplo A:

"Varón de 35 años, soltero con conviviente, atlético, apolíneo, con 2 casos familiares de esquizofrenia paranoide. Personalidad pasivo dependiente. (...) a los 18 años creía tener la cara de zonzo, se acicalaba horas de horas frente al espejo y creía ser objeto de burla de los demás; después de un tratamiento con electrochoques mejoró un poco, volviendo a la convicción de tener la cara deformada, esta convicción se exacerbó a los 24 años: percibía los párpados caídos, los pómulos demasiado hundidos, la frente estrecha y tirada hacia atrás, los cabellos disarmónicamente colocados, el cráneo raro y los arreglos que él se hacía lo afeaban realmente pero él no lo creía así; a los 27 años, para "acomodarse" la cara empezó a darse fuertes golpes con objetos contundentes en el arco ciliar y en los pómulos, produciéndose hematomas y equimosis; por dos o tres días sentía haber mejorado con esas maniobras, pero al desaparecer los edemas traumáticos volvía a percibir deforme la cara y otra vez volvía a golpearse, repitiendo esta operación por meses y años; después de cada golpeadera facial salía a la calle "para verificar los resultados a través de la aprobación o desaprobación que sobre su cara creía observar en los demás". Así pasó varios años sin encontrar sosiego, habiendo sido hospitalizado a los 30 años por la angustia derivada de la fealdad de sus cejas, por su orejas demasiado grandes y por su nariz deforme; el tratamiento no dió ningún resultado y a los 33 y 35 años consiguió que sus familiares accedieran a que se hiciera dos operaciones plásticas faciales, después de las cuales seguía sintiéndose peor, quiso forzar una tercera operación, pero esta vez ni los médicos ni los familiares accedieron a sus premiosas y suplicantes demandas, produciéndose la hospitalización actual. "


 
Ejemplo B:

"Casos de cirugía facial DIY ("do it yourself" o "hágala Ud. mismo"):
- Un hombre preocupado por la piel de su rostro a la que considera demasiado "suelta". Usa un engrapador para fijarla y así mantener la piel tensa. Las grapas se desprenden luego de 10 minutos. Estuvo cerca de producir lesión del nervio facial al engraparse la faz.
- Un hombre que estaba muy preocupado por la apariencia de su mentón manejó su bicicleta para chocar contra el parachoques de un camión con la intención de fracturarse la quijada y que sea luego reconstruída a su gusto. A último momento se arrepintió, agachó la cabeza y se fracturó el cráneo.
- Un hombre preocupado por la apariencia colorada de su piel se extraía sangre repetidamente con una jeringa y asimismo donaba frecuentemente sangre para volverse "pálido".
-Una mujer que se hallaba muy preocupada por la deformidad de diversas áreas de su cuerpo y que deseaba una liposucción pero que no podía solventarla, es así que usó un cuchillo de cocina para tasajearse los muslos e intentó sacar grasa de ellos."


 
Entonces: ¿El ejemplo A corresponde a Trastorno Dismórfico Corporal? ¿El ejemplo B corresponde a casos de TDC? ¿Ambos ejemplos son TDC? ¿O ninguno de ellos lo es?




Scale of the nose. J Joseph. Leipzig, 1931.


¿Y bien? Suficiente ha sido el tiempo y el suspenso. He aquí las referencias de donde han sido extraídos los ejemplos: El caso clínico (ejemplo A) ha sido extraído de: Saavedra A. Forma cenestopática de la esquizofrenia. Rev Neuropsiquiatría (Perú) 1966; Vol. XXIX: 320-351. El ejemplo B (las microviñetas) son de: Veale D. Outcome of cosmetic surgery and ‘DIY’ surgery in patients with body dysmorphic disorder. Psychiatric Bulletin 2000: 24: 218-220.


Como puede apreciarse, hay un denominador común innegable en ambas referencias: las viñetas y el caso comparten, aparte de la preocupación extrema por el aspecto físico en los sufrientes, la desmesura, la extravagancia de las medidas adoptadas para subsanar los supuestos handicaps. Por supuesto, no se postula uniformidad clínica absoluta entre ambos ejemplos pero uno es considerado esquizofrenia y los otros son considerados TDC, bastante diferencia entre ambos media. Morselli describió específicamente la dismorfobia en 1886. Entre los casos de Saavedra y los de Veale median treinta y pico de años. Pero ahí están ellos, señalando la precariedad de las consideraciones nosológicas al respecto y que ameritan sin duda más que escuetos criterios (y más que efectistas posts).






Agradecimiento: Al colega Martín Arévalo por permitirme el acceso a la biblioteca de los residentes del Instituto y al antiguo número de la fenecida Revista de Neuropsiquiatría.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno, interesante la información brindada